PERSEGUIDO POR LA ESPERANZA

CAPELLÁN JOHN DOWNS

SIN ESPERANZA

A los 24 años, me paré en un tribunal frente a mi octavo cargo de delito. Miré fijamente en el piso mientras el estado de Texas decidía mi sentencia de 20 años de prisión por falsificar miles de recetas para obtener medicamentos. Yo había crecido en un hogar con padres al­cohólicos que se oscureció por la violencia severa y el abuso horrible. Empecé a usar inhalantes cuando tenía 10 años, recurrí al alcohol a los 12, comencé a experimentar con LSD y otros alucinógenos a los 14 años, y me estaba inyectando heroína a los 16. Había llegado a creer la mentira de que la única manera de escapar de mi dolor era el uso de sustancias que alteran la mente. Realmente “no tenía esperanza y estaba sin Dios en este mundo” (Efesios 2:12).

Recuerdo que me desperté en una cama de hospital sólo para que me dijeran que me habían encontrado sin pulso en el estacionamiento del hospital donde había sido abandonado por “amigos” después de una sobredosis de heroína. Recuerdo una escopeta tan cerca de mi cabeza que me quemó el costado de la cara y me voló el tímpano. Una vez, cuando me arrestaron y me cargaban en un coche de policía, todavía tenía una pistola escondida en los pantalones. Estaba tan loco, con­fundido y enojado que podría haber tomado fácilmente la vida de ese oficial de policía.

Me presenté ante el juez cuando tenía 24 años desesperado, abru­mado por las consecuencias de mis decisiones de vida. Me sentí completamente derrotado por la adicción, y la palabra “esperanza” no tenía sentido en mi vida. Todos los esfuerzos de la sociedad por refor­marme habían fracasado. Los innumerables modelos de trato secular y las actividades religiosas no me habían cambiado, y me quedé sin opciones. Debí haber estado muerto hace mucho tiempo para enton­ces, dadas las muchas sobredosis y situaciones cercanas a la muerte en las que mi adicción a la heroína me había puesto. Pero yo todavía estaba vivo, mi vida había sido perdonada por un propósito divino. Dios tenía un plan para abrir mis ojos a la única fuente verdadera de esperanza (Romanos 5:2; Salmos 42:5).

Ese día, fui ordenado por la corte a un programa con un enfoque basado en la Biblia. Si no completaba dos años recibiría una sentencia de veinte años. Este programa había sido creado por un predicador de la cárcel. Sólo tomaba los peores casos, y ciertamente ¡clasifiqué! Estaba lleno por el amor de Dios y creía que nadie estaba más allá de la gracia de Dios. Se me dio mi primera copia de la Biblia y se me enseñó la importancia de leerla y memorizarla. Llegué a darme cuenta de que tenía un problema espiritual, no sólo un problema de drogas. Leer y entender la Biblia cambió mi vida por el tiempo y la eternidad.

Jehová se manifestó á mí ya mucho tiempo há, diciendo: Con amor eter­no te he amado; por tanto te soporté con misericordia. –Jeremías 31:3

EL COMIENZO DE LA ESPERANZA

Pronto aprendí que la Biblia es en primera instancia un libro sobre la salvación. Leí acerca de cómo mi pecado me separa de una relación con Dios (Isaías 59:2) y acerca de cómo Dios había hecho una manera de tener una relación restaurada con Él (I Timoteo 2:5). Leí acerca de cómo Dios envió a Su Hijo Jesús a la tierra para pagar la pena por mi pecado (Isaías 53:4-6). Jesús cumplió mi sentencia de muerte y restauró mi relación con mi Creador. Esta buena noticia es lo que la Escritura llama el Evangelio (I Corintios 15:1-4). ¡Quiero que en­tiendas cómo el Evangelio ha transformado mi vida! El Señor usó el versículo de abajo para romperme y llevarme al arrepentimiento.

Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse; mas el dolor del siglo obra muerte. –II Corintios 7:10

Llegué a un “dolor divino” cuando me di cuenta de lo mucho que Dios me amaba y me había perseguido a través de los años perdidos. La luz de su verdad resplandeció en mi oscuridad y eso provocó en mí un completo arrepentimiento. Clamé a Dios por una nueva vida. Dios renovó mi corazón y mente por completo. Ese fue el comienzo de la esperanza para mí. No fue sólo mi decisión humana. No cambié con sólo decir una oración, sino por lo que Dios hizo en mi corazón. Después de muchos años perdidos de búsqueda. Finalmente encontré mi esperanza en Él, no en un programa, no fue como pasar de página, sino reescribir una nueva vida.

¡Dios finalmente me puso de nuevo en la misma cárcel donde me encerraron, pero ahora como el capellán principal! Es la tercera cár­cel más grande de la nación y actualmente es mi principal campo misionero. Nunca quiero olvidar lo que era no tener esperanza ni a Dios. Creo que la razón principal por la que Dios me permitió vivir los muchos años de adicción a la heroína y el crimen fue para algún día traerme de vuelta a la cárcel con el único mensaje de esperanza.

Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: No por obras, para que nadie se gloríe. –Efesios 2:8-9

Esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación glo­riosa del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo. –Tito 2:13

PERMANECER EN LA ESPERANZA

Permanecer significa mantener, morar o continuar. El permanecer es la clave de la victoria y la paz.

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer. –Juan 15:5

No hay píldora, polvo o posición que pueda darnos paz. ¡Pero hay una Persona, y Su nombre es Jesús! Mi “poder superior” es el poder más alto: el Creador del Universo.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. –II Corintios 5:17

Mi victoria sobre la adicción vino de una buena comprensión de lo que la Biblia tiene que decir acerca de Dios y Su plan para rescatar­nos de Su ira por nuestro pecado. La Biblia es esencial para la vic­toria (II Timoteo 3:16-17). Que sea tu autoridad. Sumérgete en ella. Deja que la Palabra de Dios defina tu identidad. Deja que la Palabra de Dios defina tu lucha. Cuando la Escritura define un problema como pecado, ¡siempre hay una solución! Estar dispuesto a hacer las cosas a la manera de Dios. Comprométase con su forma de cambio. Una Biblia desgastada es un buen signo de una nueva vida. Medita en Su Palabra. Memoriza Su Palabra. Oren Su Palabra. Aplica Su Pa­labra. Comparte Su Palabra.

Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis la concupiscencia de la carne. –Gálatas 5:16

La lujuria es la atracción a cualquier cosa más que a Dios. Las atrac­ciones pueden convertirse en adicciones, y las adicciones revelan los ídolos del corazón. Un ídolo es cualquier cosa que adoramos en el lugar de Dios, y tomamos decisiones todos los días sobre qué adorar. La clave para vencer el comportamiento adictivo es caminar en el Espíritu de Dios cada momento de cada día. ¡Todos somos vulnera­bles a la falsa adoración, y soy tan débil que me asusto a mí mismo!

No podemos vivir la vida cristiana con nuestra propia fuerza. Necesitamos a Jesús en nuestro crecimiento tanto como en nuestra salvación. ¡Dios quiere que nos concentremos en Él! Jesús no es sólo nuestro ejemplo, sino que también es nuestro enfoque. Es nuestra esperanza. Cuando mantengamos nuestro enfoque en Él, ¡tendre­mos esperanza!

Mi parte es Jehová, dijo mi alma; por tanto en él esperaré. –Lamentaciones 3:24

ABUNDANDO EN LA ESPERANZA

Abundar con esperanza significa tener una esperanza que está en constante aumento y desbordante, -tener esperanza en abundancia.

Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que abundéis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo. –Romanos 15:13

¡Dios es una fuente infinita de esperanza para aquellos que ha per­seguido y salvado! Es humanamente imposible ser encontrado y liberado por la esperanza. Es humanamente imposible encontrar el tipo de alegría y paz que puede transformar sus actitudes y acciones. Es humanamente imposible cambiar de adentro hacia afuera. Pero el Dios de la esperanza envió a Su Hijo a este mundo para hacer lo imposible en nuestro nombre (Hechos 16:31; Juan 3:16).

Mas sus discípulos, oyendo estas cosas, se espantaron en gran manera, diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo? Y mirándo los Jesús, les dijo: Para con los hombres imposible es esto; mas para con Dios todo es po­sible. –Mateo 19:25-26

Si están luchando, por favor sepan que este es su momento de vol­verse a Dios. La verdadera esperanza de Dios puede cambiar cual­quier vida y liberarte de cualquier esclavitud. No es casualidad que estés leyendo esto. Estas palabras fueron escritas para ti. Cree en el Señor Jesucristo hoy. Mi vida es la prueba de que “con Dios, ¡todas las cosas son posibles!”

TRANSFORMADO POR LA ESPERANZA

¡Tu destino eterno está Seguro! La pregunta no es si puedes perder tu salvación, sino si fuiste salvado para empezar (Juan 10:28-30).

Tu corazón se convertirá en un campo de batalla. Nuestros problemas en la vida provienen de dentro de nosotros, de nuestro corazón. Si naces de nuevo (Juan 3), entonces Dios ha hecho una obra en tu corazón que poco a poco comenzará a cambiar al resto de nosotros. Un corazón bajo el control de Dios producirá decisiones diarias bajo el control de Dios (II Corintios 7:10). ¡Te enfrentarás a una inmensa oposición es­piritual, así que bienvenidos a la guerra!

Experimentarás pruebas. No importa a lo que se enfrenten hoy en día, pueden tener gozo centrándose en las cosas eternas en lugar de en las cosas temporales (Hebreos 4:15-16; I Pedro 5:6-11; II Corintios 4:16-18).

Experimentarás sentimientos de fracaso. El camino cristiano está hecho de decisiones diarias para obedecer incluso cuando se siente como un fracaso. Dios nunca se rendirá sobre los perdonados por la sangre de Cristo (Santiago 4:7-10; Miqueas 7:7-9).

Encontrarás libertad. En Cristo, hay libertad. Dios ha propor­cionado todo lo que necesitas para experimentar la victoria (II Pedro 1:3-4; Filipenses 1:6; I Corintios 10:13).

¡Tendrás un nuevo mensaje! Soy un testimonio andante del poder del evangelio para cambiar vidas. No hay mayor privi­legio o responsabilidad que compartir la esperanza de tu vida rota con otras personas rotas. Nunca hubiera soñado que mi horrible pasado se convertiría en mi mayor activo al compar­tir las buenas noticias de Jesucristo (I Juan 1:5).

Tendrás una nueva familia. La comunión en Cristo es una parte crítica del plan de Dios para nuestra salud espiritual y nuestro crecimiento. La Iglesia no es un edificio, programa o servicio programado. Somos la iglesia de Dios. Mi servicio favorito de la iglesia es una habitación de hormigón llena de pared a pared con personas rotas (Hebreos 10:25; I Juan 1:7).

¡Cumplirás tu propósito! Tu mayor logro en la vida es glorificar a Dios. Este es el propósito para el que fuiste creado. Es digno de nuestra adoración en todas las áreas de nuestra vida, ya sean grandes o pequeñas (I Corintios 10:31).